En este espacio, queremos compartir algunas de las múltiples historias que están surgiendo después del paso devastador del huracán Otis por Acapulco. Entre todas las experiencias, queremos compartir una que vivimos en carne propia.
El 1 de noviembre de 2023, fuimos a entregar víveres, agua y medicinas a varios sitios, sin embargo, al salir y entrar a Acapulco por la carretera, nos encontramos con muchas personas que pedían ayuda. Estaban afectadas, pero se encontraban lejos de los centros de entrega de víveres. Fue entonces cuando surgió una idea entre nosotros: reservar agua para entregarla a nuestro regreso a la Ciudad de México. Además, también preparamos algunos sándwiches.
Mientras avanzábamos por la carretera de regreso, identificábamos a personas necesitadas y nos deteníamos para entregarles agua. Sus expresiones de gratitud, las palabras como “Dios los bendiga” y “muchas gracias, ya no podíamos más” etc., eran un recordatorio de la importancia de la solidaridad en momentos difíciles.
Al final decidimos alejarnos un poco más para encontrar personas. Fue entonces cuando nos encontramos con un grupo compuesto principalmente por niños y niñas, con solo dos mujeres adultas. La entrega de agua y sándwiches fue más que un acto de ayuda; fue un encuentro lleno de emociones. Experimentamos una inmensa alegría al ver cómo los ojos de los niños se iluminaban y sus sonrisas agradecidas.
Uno de los niños más pequeños nos preguntó con asombro: “¿Es para mí?”. Lo más conmovedor fue cuando al recibir el sándwich, lo primero que hizo fue correr y compartirlo con los demás niños. Fue un momento lleno de emoción, satisfacción del alma y sobre todo de aprendizaje